martes, 25 de marzo de 2014

El niño que siempre quiso escribir imaginativas aventuras

Luis nació hace muchos años. Cuando era un niño pequeño, le encantaba que su mamá y su papá le leyeran cuentos. A todas horas les pedía que le contasen uno. Era su gran pasión. Incluso cuando estaba solo, ojeaba los dibujos, recordaba la historia o se inventaba sus propias e imaginativas aventuras.
Luis se hizo más mayor. Era un niño más grande. Aprendió a manejar esas palabras que antaño fueron imaginativas aventuras dotadas de significado gracias a los dibujos. Leyó una y otra vez todo tipo de cuentos y relatos. Y volvió a crear hisotiras.  Ahora las escribía él mismo.
Luis se hizo aún más mayor. Mucho más mayor. Olvidó aquellas imaginativas aventuras que tanto le gustaban cuando era niño. Ya casi no leía. Ya no contaba historias.
Pero un día, Luis, que ya se había hecho muy mayor, comenzó a recordar. Se acordó de lo mucho que le gustaban aquellas imaginativas aventuras que se inventaba. Le venía a la memoria lo mucho que le gustaba leer una y otra vez. Y que le leyeran. Le gustaban los cuentos. Y él mismo volvió a escribir.
Luis ya no volvió a ser un niño, pero nunca dejó de soñar con imaginativas aventuras. Nunca dejó de leerlas. Y tampoco dejó de escribirlas.

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