lunes, 11 de febrero de 2013

El juguete

Pablo tenía cuatro años.
Un día, su papá le quiso sorprender con un bonito camión de juguete. Pero a Pablo no le gustó el regalo, así que lo tiró al suelo.
El camión se rompió en pedazos, pero el abuelo de Pablo los recogió y los guardó.
Otro día, su mamá le dio otra sorpresa. Le regaló un precioso peluche. Pero a Pablo no le gustó el regalo,así que lo tiró al suelo.
El peluche se manchó, pero el abuelo de Pablo lo recogió y lo guardó.
Varios días después, su abuela le quiso sorprender. Le regaló una bonita cocinita. Pero a Pablo no le gustó el regalo, y lo lanzó por la ventana.
La cubiertos de la cocinita se desperdigaron, pero el abuelo de Pablo los recogió y los guardó.
Tras muchos días, el abuelo le quería hacer un regalo. Era un muñeco viejo y raído. Un muñeco que a Pablo le encantó. Pero también era un muñeco que Pablo no podía tener.
Pablo estaba muy enfadado. No sabía por qué no podía tener aquel juguete, hasta que llegó a su habitación y se encontró con una caja. Eran todos los regalos que había despreciado. Y todos estaban arreglados y limpios.
Entonces, Pablo entendió por qué no podía tener aquel muñeco. Así pues, cogió todos aquellos juguetes, y con mucho cuidado, los fue guardando y colocando en armarios y estanterías de su habitación.
Cuando Pablo llamó a su abuelo para que lo viera, este, muy contento y orgulloso, le regaló a Pablo aquel muñeco viejo y raído.

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